La infancia va abandonando a Roseé y a Plinio, pero no disminuye el maternal desvelo de doña Lucilia. Apenas muda de tonus, y en algunos aspectos todavía se intensifica más.
Las tragedias y desilusiones de la vida se hacían cada vez más patentes a los ojos de los jovencitos, no cabiéndoles más algo que no correspondiese a la realidad, como eran los disfraces.
Estando la familia en Águas da Prata en época de carnaval, hubo una fiesta en el hotel en que se hospedaban, y quedaba un poco pesado y falto de gracia, ante parientes y conocidos, el no participar de la alegría general. Doña Lucilia, habilidosamente, improvisó para sus hijos unos trajes típicos españoles; sería la última vez que Plinio vestiría un disfraz. Como en anteriores ocasiones, ella supo darles un carácter mucho más real que ilusorio.
En consonancia con aquella formación que les proporcionaba, dirigida a admirar la tradición, ella procuraba siempre, en esas circunstancias, expresar mediante trajes los valores de una nación o de un tipo humano determinado. En este caso concreto, ella intentaba inculcar en sus hijos de forma totalmente auténtica la España del sí y del no, de los toros, de los grandes santuarios y de los guerreros.
“Me parece oírte y verte el día entero”
En la mirada de la insigne dama que vivifica estas páginas reluce aquella suavidad toda luciliana, de la cual la siguiente carta es una expresión escrita.
Fue enviada a su querido hijo que, con Roseé, pasaba unos días en Santos, en casa de la hermana de doña Lucilia, doña Zilí, a mediados de 1921.
¡Hijo querido!
Te escribo deprisa por encontrarme mal y muy cansada por las muchas visitas que hemos recibido ayer y hoy.
¡He tenido tantas, tantas saudades de ti, hijo mío, que no sabría decírtelo aunque quisiera!… Me parece oírte y verte el día entero… Haré todo lo posible para ir a verte a ti y a mi filhona (Así como doña Lucilia llamaba frecuentemente a Plinio filhão, así también llamaba a veces filhona a Rosée) el lunes, si Dios quiere.
Me dices que la casa de tía Zilí está muy bonita, lo cual es natural con su buen gusto, y deseo mucho verla. Recibí ayer y hoy por la tarde tus cartitas que tanto me alegran… Tu abuela también se queda tan contenta, hijo mío, que te pido le escribas siempre; ¿está bien? Sé siempre bueno, obediente y delicado con tus buenos tíos, y con la fräulein Dettmer (Institutriz de Ilka.), y cariñoso con Ilka.
Di a tío Augusto, que le envío un abrazo y que me alegra que continúe mejorando de su gripe.
Un fuerte abrazo a tío Néstor, muchos besos para tía Zilí e Ilka, y para ti… muchas bendiciones y el corazón saudoso de tu mamá,
Lucilia
No dejes de tomar la medicina de Murtinho Recuerdos para la fräulein Dettmer.