En medio de los dramas y dificultades de la vida en esta tierra, cada vez son más las personas que han recurrido a la generosa intervención de Dña. Lucilia.
Elizabete Fátima Talarico Astorino
Traídos por la serenidad que tanto caracterizaba la inocente alma de Dña. Lucilia, son muchos los que nos escriben contándonos las gracias obtenidas por mediación suya, destacando la infalible y habilidosa protección de esta señora en situaciones que parecían irremediables.
Además del éxito venciendo dificultades, el factor común de todos los beneficios atribuidos a su intercesión es la paz con la que los distintos casos han sido resueltos; una paz, por cierto, que los favorecidos conservan después de recurrir a ella.
Una grave infección
El 19 de marzo de 2019, tras permanecer unas horas en observación en un hospital por un problema cardíaco, Teresa Sanches se encontraba ya de vuelta en su casa; pero al intervenir en una habitual pelea entre sus perros, uno de ellos le mordió el dedo índice de su mano derecha y de nuevo necesitó asistencia médica ese mismo día…
Este hecho fue el episodio inicial de una etapa de sufrimientos que culminó en lo que ella denominaría el «acontecimiento que marcó mi vida», refiriéndose al descubrimiento de una poderosa arma en las aflicciones: la maternal intercesión de Dña. Lucilia.
En el hospital le recomendaron que se pusiera la vacuna antirrábica y tomara analgésicos que le aliviaran el dolor. Aunque, infelizmente, esa y posteriores prescripciones médicas no solucionaron su problema. En tan sólo veintisiete días se vio obligada a buscar atención de urgencia cinco veces y la vieron distintos especialistas.
Conforme pasaba el tiempo el dolor se volvía más insoportable y el aspecto de su dedo, más preocupante. Tomó tres tipos diferentes de antibióticos, pero ninguno impidió que la purulenta infección empeorara. Tras una resonancia magnética le diagnosticaron osteomielitis en grado avanzado: tenía que ser operada, corriendo el riesgo de que le amputaran el dedo.
Eficaz y luciliano remedio
Hallándose en esa angustiante situación Teresa recibió, un mes después del incidente, una inspiración que parecía que solventaría su problema, el cual no había sido resuelto hasta entonces por ningún médico:
«El Viernes Santo fui a la basílica de Nuestra Señora del Rosario para hacer vigilia ante el monumento del Santísimo Sacramento. Tenía mucho dolor, sentía cómo latía mi dedo. La persona que estaba de guardia percibió que algo me estaba pasando y me preguntó si me encontraba bien. Al explicarle lo que me ocurría me sugirió que usara agua bendita y, en ese instante, me acordé de los pétalos de rosa de Dña. Lucilia».
Tan pronto como consiguió algunos pétalos de rosa que adornaban la tumba de Dña. Lucilia, Teresa empezó un nuevo «tratamiento»: «Puse los pétalos en agua templada y sumergí mi dedo. Aún sentía mucho dolor, pero tenía mucha confianza».
El segundo día experimentó cierto cambio en el cuadro: «Continué remojando el dedo en agua templada con los pétalos de Dña. Lucilia y por la noche me encontraba bastante mejor, casi no sentía dolor».
«Con la certeza del milagro, recibí el alta»

No obstante, lo más impresionante fue que en el aniversario del natalicio de Dña. Lucilia, el 22 de abril, Teresa tuvo una súbita recuperación, lo cual le hizo ver que detrás de la solución estaba esa bondadosa señora: «Milagrosamente ese día mi dedo se había deshinchado y ya no había secreción».
En una nueva consulta recibió la buena noticia: «El médico me explicó que mi caso había sido muy serio, pero observó que mi dedo estaba en fase de recuperación y que ni siquiera había segregación para enviarla a análisis. Sólo me indicó que fuera a un infectólogo para que me recetara los antibióticos adecuados, con el objeto de evitar que reincidiera la infección. En esa misma fecha fui a la consulta del especialista, quien me confirmó que el dedo estaba en esa fase de recuperación. Con la certeza del milagro realizado por Dña. Lucilia, seguí las orientaciones del médico y recibí el alta del tratamiento».
(Extraído de Revista Heraldos del Evangelio, octubre 2020)

Ante una enfermedad misteriosa y aparentemente incurable, ocasionada por una herida, Dejair Eiterer, de Juiz de Fora (Brasil), fue aconsejado a pedir el auxilio de Dña. Lucilia, para lograr el restablecimiento de su salud:


