“Debes tener fe en el Sagrado Corazón de Jesús, que ciertamente no nos abandonará”

Lucilia_correade_oliveira_021De regreso a São Paulo, doña Lucilia no disfrutaría en seguida de la compañía de su querido hijo. Se encontraba Plinio en el final de los estudios secundarios, preparándose para entrar en la Facultad de Derecho. Los últimos exámenes los haría en Ribeirão Preto, junto con uno de sus primos, Procopio, a quien familiarmente llamaban Pinho (Hijo del hermano de doña Lucilia, don Gabriel. “Pinho” se pronuncia “piño”). No deja de ser notable el espíritu de fe de doña Lucilia, que trasluce en la carta escrita a su hijo en esa ocasión. A él no le faltaban ni dotes naturales de inteligencia ni la conveniente preparación para los exámenes que realizaría, pero, por encima de todo, doña Lucilia ponía su confianza en el Sagrado Corazón de Jesús. Tal vez sin saberlo, llevaba a los suyos a seguir la misma máxima de San Ignacio: En las empresas difíciles, hay que abandonarse a Dios con perfecta confianza, como si el éxito del negocio debiese venir de lo alto por una especie de milagro; no obstante, poner todo por obra para hacerlo y tener éxito como si dependiese enteramente de nuestra industria.(Máximas de San Ignacio, recopiladas por el P. Bouhours, S.I., Río de Janeiro, 1934, pp. 45-46).

¡Hijo querido!
De corazón te agradezco el “beso telegráfico” que me enviaste y, respecto a los exámenes, tengo que decirte que debes tener fe en el Sagrado Corazón de Jesús que ciertamente no nos abandonará, tanto más que por medio de dos novenas que estoy haciendo, obtendremos de Él la de Nuestra Señora de la Concepción y de San Antonio. Dile a Pinho que estas novenas son también hechas en su intención, y que espero en Dios que seáis ambos felicísimos.
Quise escribirte ayer, pero las visitas y complicaciones de toda suerte me impidieron hacerlo. La mesa de la salita estuvo ayer triste sin ti y sin Pinho. Rei y Marcos hicieron un examen escrito ayer y ya saben que tendrán buenas notas. ¡Felizmente!
El profesor de Rosée la retuvo ayer tres horas tocando el piano, y me dio pena porque estaba extenuada al final de la lección. ¿Por qué no me has escrito todavía? ¡Desde que amanece estoy esperando una carta tuya!…
Me olvidé de poner en tu maleta las tijeritas y el limpiador de uñas. Mira a ver si necesitas alguna cosa y un poco más de dinero para que te lo envíe todo junto.
Le pido a Dios que podamos pasar juntos, alegres y felices el bonito día trece (cumpleaños de Plinio).Ten cuidado con tu salud.
¿Continúas estudiando mucho? ¿Ya has hecho una visita a Sinhazinha y Joaquim? Acuérdate también de Mariano.
Con un afectuoso abrazo al querido Pinho, te bendigo y beso mucho y mucho, tu madre extremosa,
Lucilia