Muy temerosa por el futuro de su hijo, Claudia rezaba y lloraba mucho. Un día se acordó de que un sacerdote heraldo le había dicho que a una madre le está permitido darles la bendición a sus hijos.
Elizabete Fátima Talarico Astorino
Durante la pandemia de la Covid-19, Benjamín, el hijo más pequeño de Claudia Espejo, residente también en Perú, estuvo dos años sin asistir a la escuela. Cuando por fin se restableció la normalidad, manifestó una enorme dificultad de adaptación en la vuelta a clase. Se sometió a un test psicológico, en el que se le detectó un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH). La psicóloga recomendó que le consultaran a un neuropediatra, quien dio un preocupante diagnóstico: trastorno del espectro autista nivel 1.

Muy temerosa por el futuro de su hijo, Claudia rezaba y lloraba mucho. Un día se acordó de que un sacerdote heraldo le había dicho que a una madre le está permitido darles la bendición a sus hijos. Entonces, una noche en la que estaba rezando con ellos, cogió agua bendita y le hizo una señal de la cruz en la espalda a Benjamín, haciéndole a Dña. Lucilia esta súplica: «Te entrego a mi hijo. Ayúdame como madre y adóptalo». Y siguió rezando por él en casa y en la iglesia, ante el Santísimo Sacramento.
Pronto comenzó a percibir cambios en las actitudes del pequeño. Un nuevo examen psicológico arrojó un resultado muy alentador: 90% de recuperación, cuadro confirmado por la profesora contratada para ayudarlo en casa. Y la monitora del colegio informó que se estaba esforzando para progresar cada día y sus notas habían mejorado; era «un niño muy noble y con un gran corazón».
Ahora bien, un día en que Claudia estaba ordenando los cajones de Benjamín, con enorme sorpresa encontró entre los papeles una estampa de Dña. Lucilia. Y nos envió este conmovedor relato: «No sé explicar cómo llegó allí esa foto. Cuando la cogí en mis manos sentí que me decía: “Estoy contigo y tu petición ha sido escuchada”. El cambio de Benjamín fue algo realmente inexplicable. Puse la estampa en mi habitación y cada vez que la miro siento el amor de una madre, yo que tengo cuatro hijos y lo daría todo por ellos».
(Extraído de Revista Heraldos del Evangelio, enero 2023)


