De sentir antipatía a ser devoto… una intervención singular

Soy devota de Dña. Lucilia, pero mi esposo no compartía mi devoción. Al contrario, cuando la invocaba con una jaculatoria, después de cada misterio del santo rosario, me decía: “¿Quién es esta señora? ¿Por qué le rezas tanto?”. Y se burlaba de mi piedad, hacía bromas o era irónico.

Elizabete Fátima Talarico Astorino

 

Desde la ciudad de Cuenca, Ecuador, Marisol Espinoza Orellana nos envió el relato de una hermosa intervención de Dña. Lucilia en su familia, con esa suave acción que vence antipatías, derriba las barreras más obstinadas en lo más profundo de los corazones y une a las almas en torno a la llama viva de la fe. Conozcamos lo que nos cuenta:

«Desde hace unos nueve o diez años frecuento las misas y las actividades de los Heraldos del Evangelio en Cuenca, ya que mis hijos en varias ocasiones participaron en su apostolado.

»Soy devota de Dña. Lucilia, pero mi esposo no compartía mi devoción. Al contrario, cuando la invocaba con una jaculatoria, después de cada misterio del santo rosario, me decía: “¿Quién es esta señora? ¿Por qué le rezas tanto?”. Y se burlaba de mi piedad, hacía bromas o era irónico.

»Un día, estaba escuchando en mi habitación el programa de los Heraldos en YouTube, Buenas noches con María, en el que hablaban de un “milagro” obrado por intercesión de Dña. Lucilia para ayudar a una persona con sus necesidades económicas. En ese momento mi marido, que también estaba escuchando, me dice: Hagamos una novena en honor a Dña. Lucilia. Yo no daba crédito a lo que me decía, ya que siempre se burlaba de mi devoción…».

Auxilio rápido y abundante

Narra Marisol: «Empezamos entonces una novena al Sagrado Corazón de Jesús, pidiendo la intercesión de Dña. Lucilia, que era muy devota de Él. Una semana antes, mi esposo había ido al banco a pedir información sobre un préstamo con tarjeta de crédito para el primer año de universidad de nuestra hija. Pero constató que el límite máximo del préstamo era insuficiente para esos gastos. Nos quedamos un poco preocupados.

«Al día siguiente de haber empezado la novena al Sagrado Corazón a través de Dña. Lucilia, volvimos al banco a retirar el préstamo y, contrariamente a lo que nos habían informado la semana anterior, nos dieron mucho más que el mencionado límite máximo. Enseguida mi marido me dice: ¡Increíble el “‘milagro” de Dña. Lucilia!».

Marisol y su esposo sostienen en sus manos algunas de las fotografías de Dña. Lucilia sacadas un mes antes de su muerte

Y finaliza su relato manifestando una enorme gratitud a su bienhechora: «A partir de ahí mi esposo no deja de rezar novenas a Dña. Lucilia y a la Virgen. Termina una y comienza otra… cuando jamás lo había hecho antes. Para mí Dña. Lucilia ya es una santa, pero deseamos que sea reconocida como tal en todo el mundo, para que interceda por todos. Por eso, me apresuro a compartir estos favores que ella nos ha otorgado». 

(Extraído de Revista Heraldos del Evangelio, febrero 2024)