Divagando y reflexionando

Impresionantemente lógica y previdente, pero sin un tipo de raciocinio rígido, Doña Lucilia tenía también un espíritu propenso a la divagación, al pasear por temas muy altos. Ella reflexionaba mucho sobre la vida en función de Dios y los designios de la Providencia.

Si me pidieran definir el espíritu de la Iglesia del Corazón de Jesús, tan del agrado de Doña Lucilia, yo no sabría expresarlo en palabras.

Pasear del espíritu por temas muy altos

cropped-capv090.jpgAquella innegable seriedad del ambiente tiene cierto contrapeso con la afabilidad y, cosa curiosa, un nexo con el cariño, por el cual convida al recogimiento, como quien dice: “Preste atención y vea cuánto cariño hay en mí”.

Ahora bien, hay mil modalidades de cariño que no invitan al recogimiento. Existen otras que pueden instar a formas expansivas de alegría. ¿Esa iglesia es alegre? Según el sentido corriente de la palabra, no, pero hay una gran alegría serena, de paz, que toca la fina punta del alma.

Además de esa seriedad y alegría serena, hay allí una distensión a torrentes. Goethe (1) decía que el frío del Norte obligaba al individuo a prever mucho el día de mañana, y en esa previsión perdía algunas de las horas más preciosas de la existencia, porque los mejores momentos de la vida son aquellos en que la persona está despreocupada y puede divagar con el espíritu.

Mi madre era eminentemente “divagadora” con el espíritu. No obstante, ella era una señora muy lógica y previdente; incluso impresionantemente previdente, pero de una manera que no era la de un raciocinio rígido.

Si comparamos las dos fotos de Doña Lucilia tomadas en París, notamos, en la en que está de pie, cómo su mirada está aplicada a una cosa menos precisa, un poquito vaga. Es propiamente una divagación.

La divagación es el pasear del espíritu por temas muy altos, un poco difíciles de alcanzar, sin mucho método, de acuerdo con las apetencias del alma y la atracción o rechazo que el asunto va causando a medida que es recorrido. Propiamente, la divagación podría ser comparada con el movimiento de las nubes en el cielo.

Cuando el pensamiento camina por los temas como las nubes en el firmamento, se hace una divagación. Por lo tanto, la propia mirada de quien está haciendo una divagación no se detiene fijamente en una cosa determinada, sino que está paseando en lo indefinido.

Reflexiones sobre la vida en función de los designios de la Providencia

doña lucilia traje de galaEn la otra foto no hay nada de divagación. Es de una persona que sacó sus conclusiones y está pensando en un plan para ejecutar, con la seguridad de quien va a pasar a la acción. Por eso, ella está con la mirada fija en un punto determinado, y la actitud del cuerpo es de quien va a partir de ahí para una resolución, una deliberación y una acción. La divagación no tiene eso, ella no parte para una resolución, ni siquiera va una conclusión definida, sino que queda como una nube sujeta a que un viento la toque y se explaye. Podríamos preguntarnos: ¿Cuál de las dos posiciones es más noble, la divagación o la reflexión? En sí, la divagación dispone para la reflexión. Ella vuela sobre determinados aspectos de un tema y prepara las premisas. Después las premisas dan origen a la conclusión. De manera que el modo de ser de la divagación es más elevado y noble que el de la reflexión propiamente dicha.

Por todo cuanto conocí de Doña Lucilia, ella reflexionaba mucho sobre la vida en función de Dios, de los designios de la Providencia. Entonces, al suceder una cosa determinada, estaría en su naturaleza divagar sobre ese acontecimiento, considerando sus varios aspectos y después reflexionar y sacar las conclusiones con respecto al actuar divino y a la existencia humana. Por ejemplo, la visita que ella hizo con su madre a la Princesa Isabel, en París. Mi madre me contó esa visita con una serie de pormenores, porque ella tenía un espíritu muy minucioso. Sin embargo, todos los pormenores que ella citaba conducían a un conjunto determinado de reflexiones. Por ejemplo: cómo las condiciones de la criatura humana varían y cómo la Princesa Isabel, de una posición tan alta en Brasil, acabó siendo colocada por la Revolución republicana en una situación menos elevada en Europa. Pero, por otro lado, cómo en Europa ella recibió una herencia de una pariente del Conde d’Eu, y de repente se volvió rica, pasando a poseer en París una base y una especie de proyección mayores de las que ella tendría simplemente en cuanto Princesa Imperial de Brasil. Por lo tanto, también cómo son los altos y bajos de la vida humana y cómo Dios exige del hombre una confianza y una sumisión grandes a todo cuanto Él quiera. También, cómo la Princesa estaba tomando eso. Y al final venía una evaluación de la Princesa en cuanto persona y como católica.

Ahí estaba establecida una divagación que llegaba a algunas conclusiones. Era un proceso entero de pensamiento.

Doña Lucilia estará, con certeza, haciendo divagaciones o reflexiones de esa naturaleza en el Cielo. Porque en el Paraíso se divaga y se reflexiona también, en presencia de la perfección infinita de Dios, relacionando todo con Él.

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(Extraído de conferencias del 5/4/1988 y 17/6/1992)

1) Johann Wolfang von Goethe (*1749 -†1832). Estadista y escritor alemán.

Auxilio maternal en las necesidades

Doña Lucilia acoge siempre con benignidad las peticiones que le son hechas. Así, basta recurrir a su intercesión para encontrar una pronta solución hasta para problemas aparentemente insolubles.

Elizabete Fátima Talarico Astorina

Al considerar los diversos episodios de la vida de Dña. Lucilia, se aprecia cómo en la base de su trato con los demás relucía de manera especial una virtud: la bondad. Ningún contratiempo, enfermedad o dificultad era capaz de impedir que su benevolencia envolviera a quienes necesitaban de auxilio.

Transcurridos más de cincuenta años desde su paso a la eternidad, aún sigue sorprendiendo a todos con su maternal intercesión.

Diagnosticada una mielitis viral

Prueba elocuente de esta realidad es el relato enviado por Anésia Valéria Ribeiro Gabriel, de Miracema (Brasil), sobre la curación humanamente inexplicable de su esposo, Alexandre Dias Gabriel.

Alexandre Dias Gabriel en diciembre de 2021

El día 1 de abril de 2016 amaneció con fuertes dolores en el cuello y en el brazo. Se iniciaba, pues, una dura lucha para Anésia y su familia, porque las molestias se intensificaban cada día, exigiéndole continuas idas a Urgencias. Como el cuadro se agravaba, Alexandre buscó atención médica en otras ciudades y varias veces fue hospitalizado para seguir un tratamiento, pero sin ningún resultado. Al contrario, empezó a perder el movimiento de las piernas y, en agosto, comenzó a usar silla de ruedas. Finalmente, un médico le diagnosticó su enfermedad: mielitis viral.

 

En 2017 fue necesario colocarle una sonda vesical permanente; al año siguiente se sometió a una cistotomía. Alexandre tuvo varias citas médicas y tomó muchos medicamentos, pero su situación empeoraba constantemente.

En julio de 2021 sus manos se hincharon hasta el punto de tener que ir todos los días a la sala de emergencia, a menudo para que le pusieran una inyección de morfina. Finalmente, perdió el movimiento de las manos.

Al no poder recibir un tratamiento adecuado en su ciudad, un médico lo remitió a Río de Janeiro. Allí le propusieron operarle los nervios de la pierna, lo cual eliminaría los dolores, pero le quitaba la posibilidad de volver a caminar algún día. A la espera de una plaza libre para ser hospitalizado, siguió acudiendo diariamente a Urgencias, debido a los fuertes dolores y constantes crisis de espasmos.

Poderosa intercesión tras seis años de sufrimiento

Alexandre en julio de 2022, después de la gracia alcanzada por intercesión de Dña. Lucilia

El 15 de febrero de 2022, la familia recibió la visita de un sacerdote de los Heraldos del Evangelio. Después de darle al enfermo la debida bendición, el sacerdote le preguntó si creía en los milagros. Habiendo recibido una respuesta positiva, le sugirió que pidiera con mucha confianza la intercesión de Dña. Lucilia para que solucionara su caso. Alexandre y su familia empezaron inmediatamente a rezarle a esta benigna señora.

Al día siguiente, sintió un fuerte malestar y tuvo que acudir urgentemente al hospital. Unos instantes después, cuál no sería la sorpresa de todos al percibir que podía mover las manos nuevamente. En poco tiempo, la hinchazón desapareció y los dolores pararon. Al otro día, notaron que recuperaba gradualmente también el movimiento de las piernas.

«De ahí en adelante», declara llena de gratitud Anésia, «todo fue ocurriendo muy deprisa: los dolores acabaron, cesaron las crisis. Mi esposo ya no toma ningún medicamento. Todo mejoró y hoy anda, incluso consigue viajar. Han sido seis años de luchas y sufrimientos, pero Dña. Lucilia escuchó nuestras oraciones y nos obtuvo el milagro. Nuestra vida cambió. No tenemos palabras para agradecerle».

Sin ninguna duda, Dña. Lucilia nos atendió

Juan Manuel García Félix con la foto de Dña. Lucilia publicada en la revista

También Juan Manuel García Félix, residente en Ciempozuelos (España), fue beneficiado por la intercesión de Dña. Lucilia, conforme el relato enviado por su hija, Pilar García Moraleda.

Nos cuenta ella: «Mi padre fue sometido a una intervención quirúrgica para retirarle un tumor de estómago. La operación salió bien, pero a los dos días los médicos detectaron que una de las suturas tenía una fuga. Si no se le cerraba con un tratamiento conservador, tendrían que volver a intervenir, cuya operación sería muchísimo más complicada que la primera y con grandes riesgos.»

Bajo el peso de esta dramática perspectiva, la esposa de Juan Manuel regresó a su casa para descansar. Al llegar, encontró en el buzón la revista Heraldos del Evangelio y, como de costumbre, empezó a leerla enseguida. Al ver una gran foto de Dña. Lucilia en la contraportada, tuvo un vuelco de alegría, pues percibió que se trataba de una señal del Cielo. Volvió sin tardanza al hospital y colocó en la habitación del enfermo la fotografía de Dña. Lucilia. Toda la familia se puso a pedirle la solución para aquella angustiante situación.

Así concluye su relato: «Desde ese día, milagrosamente la fuga comenzó a cerrarse; y en veinticinco días el problema estaba resuelto, no había necesidad de una segunda intervención. Los médicos estaban muy sorprendidos de la buena evolución del caso. Sin ninguna duda, Dña. Lucilia nos atendió en ese momento de angustia. Agradecemos con toda nuestra alma su intercesión».

Una aterradora perspectiva

María Teresa Daidone con un cuadro de Dña. Lucilia

Igualmente agradecida se muestra María Teresa Falchero Daidone, de São Caetano do Sul (Brasil), socorrida por Dña. Lucilia en una situación en que corría serio riesgo de vida, conforme relata su hija, María Fernanda Daidone Madrucci.

Aquejada de una grave neumonía, María Teresa tuvo que ser hospitalizada. El antibiótico tenía que ser administrado por vía intravenosa y, por el hecho de que sus venas eran muy sensibles y por algunas complicaciones más, en cierto momento se hizo necesario colocar el acceso en el cuello. Sin embargo, por un error médico, el antibiótico fue inyectado en una arteria, lo que ocasionó una hemorragia seguida de cinco convulsiones a lo largo del día, debido a la formación de un trombo.

El médico informó que habría que intubarla si ocurrían más convulsiones, para evitar secuelas irreversibles en el cerebro. También explicó que quizá no resistiera tal procedimiento, porque tenía problemas pulmonares.

Ante una perspectiva tan aterradora, María Fernanda colocó en la almohada de María Teresa una foto de Dña. Lucilia, pidiéndole fervorosamente que cuidara de su madre e intercediera por ella ante la Virgen. Al llegar a casa, reunió a sus hijas para explicarles la situación de la abuela y les recomendó que le rezaran a Dña. Lucilia pidiendo que cuidara de ella.

Bajo la protección de un chal rosado

Cuando regresó al hospital a la mañana siguiente, María Fernanda notó que el equipo médico estaba frente a la puerta de la habitación de su madre. Enseguida pensó que había ocurrido lo peor… Al acercarse, el médico le preguntó:

—¿Usted cree en Dios?

—Sí, claro. ¿Por qué me lo pregunta? —le contestó María Fernanda.

—Pues, entre y vea a su madre.

Entró en la habitación y encontró a su madre sentada, muy contenta y sonriente, desayunando sin ninguna dificultad. Entonces le enseñó la foto que había puesto bajo la almohada la noche anterior, a lo que su madre le dice: «Hija, tengo la sensación de haber visto a esta señora mientras dormía.»

Concluye María Fernanda en su relato: «Se sintió envuelta por algo rosado, que imagino que es el chal de Dña. Lucilia, como se ve en la foto».

Desenlace inesperado en la liquidación de una deuda

«Me encontraba desesperada, angustiada y sin saber qué hacer, pues tenía una deuda muy grande y no tenía condiciones de pagarla». Así comienza el relato enviado desde Cuenca (Ecuador) por Narcisa Matute Vásquez. Continúa: «Fui a la iglesia del Sagrado Corazón de Jesús y le expuse mi problema al sacerdote que estaba allí confesando». Éste le aconsejó que hiciera una novena a María Santísima y le pidiera también ayuda a Dña. Lucilia. Le rezó con fe a esta última, diciéndole con toda sencillez: «Usted sabe el sufrimiento por el que estoy pasando, deme una luz para salir de esta situación».

Transcurrido unos días, le vino la solución. Poseía un terreno comprado en sociedad con su hermana. Ésta había reafirmado varias veces su decisión de venderlo solamente cuando las dos estuvieran en edad avanzada, pues así sería su sustento en la vejez. Cuenta Narcisa: «Me encomendé nuevamente a Dña. Lucilia y le propuse a mi hermana vender el terreno. Aceptó la propuesta sin preguntar siquiera el motivo. Tres días después, apareció un comprador que pagó el precio justo.»

Con esta solución enteramente «luciliana», se había resuelto el angustioso problema de Narcisa.

Graves consecuencias de un accidente

Impresionada con la presteza con la cual Dña. Lucilia obtuvo el restablecimiento de Daniele, su amiga, María Aparecida Neves Defanti, de Cambuci (Brasil), nos envía una pormenorizada narración del hecho.

Nos cuenta que Daniele regresaba tranquilamente en moto a su residencia cuando, al pasar por un bache, perdió el equilibrio y cayó. De la caída resultó la fractura de siete costillas, además de lesiones en el hígado, en el bazo y en los pulmones. Nada más llegar al hospital fue derivada inmediatamente a la UCI.

El médico a cargo aconsejó a la familia trasladar a la accidentada a un hospital con más recursos, pues su caso era muy grave. Parientes y amigos hicieron numerosos intentos para efectuar el traslado, pero todos fueron en vano. Decidieron entonces depositar el caso en manos de Dña. Lucilia.

Pídele a ella el milagro que tanto necesitas

«Empezamos a rezar enseguida, pidiéndole a Dña. Lucilia que la curara cuanto antes», relata María Aparecida. Cinco días después del accidente, un amigo visitó a Daniele en el hospital y le dio una estampa de Dña. Lucilia, diciéndole: «Pídele a ella el milagro que tanto necesitas».

Para asombro de todos, incluso del médico, al día siguiente comenzaron a aparecer signos de mejoría. Pasado un día más, otra sorpresa: una tomografía reveló que el hígado y el bazo ya estaban en buenas condiciones.

La atención a sus oraciones, sin embargo, no se había consumado, pues quedaba un factor preocupante: los pulmones retenían mucho líquido. A la vista de esto, el médico comunicó que haría un drenaje al día siguiente, después de realizarle una prueba de rayos X. Pero no hubo necesidad de proceder a la intervención quirúrgica, porque el examen demostró de manera indudable que no había más secuelas del accidente en el organismo de Daniele.

Asombrado, el médico volvió a examinar a la paciente, analizó nuevamente el resultado de la radiografía y, finalmente, le dijo: «Puedes irte a casa, porque estás completamente recuperada. ¡Ha ocurrido un milagro! Llevo treinta y cinco años de profesión y nunca he visto nada parecido. Realmente, ha sido un milagro.»

*     *     *

Estos relatos revelan la inagotable generosidad con la cual Dña. Lucilia acude en ayuda de quienes la invocan en momentos de apuro y dificultad. Como su benevolencia es un reflejo de la bondad del Sagrado Corazón de Jesús, siempre acepta las peticiones que se le hacen. Basta, por tanto, recurrir a ella para encontrar pronta solución hasta para problemas aparentemente insolubles. 

01

Durante la caída le rezó a Doña Lucilia

A menudo nos da la impresión de que ciertas adversidades son permitidas por la Divina Providencia para darles a los intercesores celestiales la oportunidad de mostrar lo mucho que están dispuestos a socorrer a todos los que a ellos recurren.

Caída del ascensor 

Cadeira de rodas do Sr. Ismael de Faria após a queda do elevador - Foto: Reprodução

Silla de ruedas de Ismael de Faria, después de la caída del ascensor

Algo así le sucedió a Ismael de Faria, también vecino de Caieiras. En silla de ruedas desde hace nueve años, usa un ascensor en su casa para trasladarse de una planta a otra. Un día lo utilizó como de costumbre, pero cuando llegó al piso donde pretendía bajarse, el cable de acero del ascensor se rompió, haciéndolo caer desde una altura de seis metros.

Ismael adoptó entonces la mejor actitud que se puede tener en momentos como ese: durante la caída rezó, rogándole a Dña. Lucilia que lo protegiera. Enseguida fue socorrido por sus familiares y llevado al hospital. A lo largo del recorrido no cesó sus oraciones a la misma señora, pidiéndole que lo ayudara a salir bien de aquella situación.

En el hospital le realizaron varios exámenes, entre ellos una resonancia magnética y una tomografía que, para sorpresa de los médicos, sólo sirvieron para constatar lo mucho que había sido protegido: ¡no tenía ni una lesión siquiera!

Estoy curado por intercesión de Dña. Lucilia

Igualmente, Luiz Humberto de Oliveira Carpanez, de Juiz de Fora, nos testimonia una gracia recibida por intercesión de Dña. Lucilia.

Al finalizar un campamento organizado por los Heraldos del Evangelio durante el carnaval, recibió una estampa de Dña. Lucilia como recuerdo de aquellos bendecidos días de convivencia. «Me guardé la foto porque era un recordatorio muy bonito», comenta Luiz Humberto.

Unos días más tarde, en el momento de la acción de gracias durante la Misa, le entregó la foto a una amiga, que la recibió con mucha emoción y devoción. Inspirado por esa buena actitud, Luiz Humberto se sintió inclinado a pedirle a Dña. Lucilia que resolviera un problema de salud que le molestaba mucho, y para el cual, según el médico especialista, la única solución era operarle.

Desde entonces los síntomas de la enfermedad empezaron a disminuir y en poco tiempo desaparecieron por completo. El feliz beneficiado atestigua con alegría y gratitud: «Hoy puedo decir que estoy curado por intercesión de Dña. Lucilia».

02

«Si sobrevive, tendrá muerte cerebral»

Una de las notas características de la bondad de Dña. Lucilia es la delicadeza propia de una madre siempre dispuesta a acudir en auxilio de sus hijos en cualquier circunstancia.

Breno Augusto em coma, no hospital - Foto: Reprodução

Breno Augusto en coma, en el hospital

De esto nos da un valioso testimonio Verónica Lima Barboza, residente en Montes Claros (Brasil): «El día 26 de febrero de 2021, mi hijo Breno Augusto Lima Barboza Silveira tuvo un accidente de moto en la ciudad de Juiz de Fora. Ingresó en el hospital con TCE (traumatismo craneoencefálico) grave, politraumatismo, hundimiento de cráneo, cerebro desplazado 1,8 cm, varias fracturas en el brazo izquierdo y lesión en el pulmón izquierdo».

En resumen, el joven estaba en coma en el grado 3 de Glasgow, el más profundo estadio, en el cual el paciente no responde a ningún estímulo. Después de una operación de craneotomía descompresiva, el cirujano le dijo a Verónica que «ya estaba hecho todo lo que había que hacer». Y resumió en una breve frase la gravedad de la situación: «Si sobrevive, tendrá muerte cerebral». Es decir, quedaría en estado vegetativo.

En ese trágico momento, Verónica mantuvo una gran paz de alma, confortada por el hecho de que un sacerdote heraldo hubiera acudido al hospital y administrado a su hijo la Unción de los Enfermos. Ella consiguió autorización para visitarlo en el CTI todos los días, pero infelizmente, debido al agravamiento de la pandemia de COVID-19, dichas visitas fueron canceladas.

Doña Lucilia da muestras de su actuación en el caso

Da. Verônica Barboza com seu filho, junto a um sacerdote dos Arautos do Evangelho - Foto: Reprodução

Verônica Barboza con su hijo, junto a un sacerdote de los Heraldos del Evangelio

«El 8 de marzo —prosigue Verónica—, cuando fueron suspendidas las visitas en el CTI, le pedí a la enfermera jefe que colocara una estampa de Dña. Lucilia junto a Breno Augusto, para que ella lo cuidara en mi ausencia».

El 12 de abril, le dieron el alta del CTI. Los días 21 y 22, en los cuales se conmemoran el aniversario de fallecimiento y el de nacimiento de Dña. Lucilia, el joven mostró alentadoras señales de mejoría: se sentó y levantó la cabeza. Gran sorpresa se llevaron los dos fisioterapeutas que le asistían; uno de ellos, muy contento con tal progreso, le pidió a Verónica que marcara la fecha 21 de abril de 2021 para celebrar esa feliz evolución.

Verónica concluye su relato con sencillas palabras de gratitud: «Dña. Lucilia cuidó de mi hijo en el CTI y hoy está vivo gracias al milagro obrado por su intercesión».

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