¡Mi hermana le ama a usted! ¿Por qué yo no?

“Quiero tenerle más devoción a usted, más confianza, y difundir los favores obtenidos a través de usted”

 Elizabete Fátima Talarico Astorino

 

Cual suave bálsamo que cura y reconforta los corazones, la devoción a Dña. Lucilia va poco a poco abriéndose paso en las almas. Unas veces, esta devoción nace en un momento de aflicción; otras, después de comprobarse la eficacia de una ayuda; en otras, tras pedir explícitamente la gracia de honrarla de una manera más eficaz.

María Geralda de Freitas Viana Faria forma parte de esta última categoría de almas. Conoció la devoción a Dña. Lucilia a través de su hermana, Ana Lucía de Freitas Viana Robson, gran devota suya desde hacía años. Ahora bien, Magê —como se la conoce cariñosamente— no sentía la misma afinidad, ni, quizá, la misma necesidad de una intercesión especial. En el momento en que atravesaba un drama familiar, por la grave enfermedad de su hermana Ana Lucía, fue cuando encontró en Dña. Lucilia una puerta siempre abierta para obtener auxilio. Ella misma nos cuenta este cambio:

Magê y su hermana, Ana Lucía, junto a un portarretrato de Dña. Lucilia

«Mi hermana tuvo un tumor cerebral de tres centímetros que le extirparon, pero el posoperatorio fue muy confuso, muy complicadoYa no reconocía a nadie, no entendíamos nada de lo que decía y esto hacía sufrir mucho a la familia».

Providencialmente, Magê asistió a algunos programas que la hicieron reflexionar. Narra ella:

«Aquella semana vi un vídeo muy importante acerca de los “milagros” de Dña. Lucilia. Me quedé impresionada, ¡impactada! Una amiga entonces me envió un audio de una mujer que contaba que no conocía a Dña. Lucilia, pero había escuchado que hacía muchos “milagros”. Después de ver ese vídeo y oír ese audio, no dejaba de pensar: “Doña Lucilia, me gustaría tener más fe en usted. Y mi hermana, tan devota de usted… Haga ese ‘milagro’ que estamos esperando, que le den el alta del hospital. Tiene que salir del hospital hablando, entendiendo, interactuando con su familia, con la gente…”.

»También le dije a Dña. Lucilia: “Quiero tenerle más devoción a usted, más confianza, y difundir los favores obtenidos a través de usted”. Era como si necesitara aquella gracia para creer más. “Hay tanta gente que recibe gracias pidiéndoselas a usted. ¿Por qué yo no? ¡Mi hermana le ama! ¿Por qué yo no?”».

Una grata sorpresa

Sin que se hubiera dado cuenta, la devoción a Dña. Lucilia ya había nacido en su corazón. Hizo esa sencilla oración, y en el rezo del rosario del día siguiente completó su petición: «En las jaculatorias pedía: “¡Doña Lucilia, ayudadnos!”. Y, para gran sorpresa nuestra, por la mañana mi sobrina, hija de Ana Lucía, que estaba en el hospital, me llamó y me dijo: “Tía, espera un momentito que hay una persona que quiere hablar contigo…”».

Magê cuenta, asombrada, que su propia hermana era la que se puso al teléfono: «Hablaba con normalidad, sin enredar las palabras, reconociendo a su hija, reconociéndome a mí. ¡Me quedé muy emocionada! Y le dije: “¿Sabes quién te hizo ese milagro? ¿Quién lo consiguió muy cerquita de la Santísima Virgen? ¡Doña Lucilia, de quien tú, hermana mía, eres tan devota!”».

E interpretó muy bien el mensaje de Dña. Lucilia contenido en aquella sonrisa: «Me dio esa gracia como si dijera: “Magê, mucha fe, mucha fe en mí, porque estoy aquí muy cerquita de Nuestra Señora y consigo de Ella muchas gracias para vosotros, mis queridos hijos”».

Sin duda, la obtención de este favor inició una nueva etapa de gracias para Magê y su familia, en la que la protección y el maternal auxilio de Dña. Lucilia estarán cada vez más presentes.

Finaliza su relato llena de gratitud: «Es imposible no emocionarse al dar este testimonio de una gracia más alcanzada por intermedio de Dña. Lucilia. Lo agradezco por la vida de los Heraldos, por la vida de Mons. João Clá Dias, de todos los Heraldos que conocemos, de los sacerdotes, de todos los que rezaron por mi hermana. ¡Muchas gracias!». 

(Extraído de Revista Heraldos del Evangelio, agosto2024)