Una peculiar intervención… ¡«a escobazos»!

En marzo de este año, le pedí consejo a un sacerdote, pues en mi trabajo tenía una compañera que me perturbaba el alma. Ejercía un enorme poder de atracción sobre la gente, pero no lo hacía para el bien, ya que, aun diciéndose católica.

 Elizabete Fátima Talarico Astorino

 

Sin embargo, no solamente a aquellos que acuden con devoción a Dña. Lucilia, ella les atiende. A veces, la devoción nace a raíz de una intervención de esta madre servicial, como ocurrió con la colombiana Andrea González Ortega, quien nos envió este pintoresco relato.

Andrea González en su entorno de trabajo. En la mesa se ve una fotografía de Dña. Lucilia

«Tras escuchar el pódcast sobre Dña. Lucilia, realizado en Colombia, me animo a contarles un gran favor que ella me hizo. Vivo en Chía, un pueblo cerca de Tocancipá, en donde queda la iglesia de Nuestra Señora de Fátima, de los Heraldos del Evangelio.

»Después de la pandemia, por influencia de mi mamá, comencé a ir a misa casi todos los domingos y algunos sábados allá; me enamoraron las homilías y la confesión, pero sobre todo me convenció el celo por la santa comunión que tienen los Caballeros de la Virgen.

»En marzo de este año, le pedí consejo a un sacerdote, pues en mi trabajo tenía una compañera que me perturbaba el alma. Ejercía un enorme poder de atracción sobre la gente, pero no lo hacía para el bien, ya que, aun diciéndose católica, trataba de arrastrar a las personas hacia prácticas esotéricas. Además, propiciaba conversaciones morbosas y de doble sentido. ¡Era horrible! Yo sentía que mi alma la repelía y no sabía qué hacer, porque justo quedaba al frente de mi puesto de trabajo y a ella le gustaba iniciar esas conversaciones como para tentarme e incomodarme».

El sacerdote le había dado a Andrea dos fotos de Dña. Lucilia, recomendándole que llevara siempre una en el bolso y que pusiera la otra en su puesto de trabajo. Narra ella: «El padre me dijo que cada vez que mi compañera comenzara con esas conversaciones o con esas prácticas, le pidiera a Dña. Lucilia que la sacara “a escobazos”. Quedé sorprendía, pues la petición era muy poco convencional…».

Aclara también Andrea que ya había oído hablar de Dña. Lucilia en otras ocasiones, pero se había mantenido incrédula en cuanto a su intercesión, porque la asaltaban muchas dudas. No obstante, esta vez le dio una atención completa al consejo recibido.

Oración prontamente escuchada

Así continúa su relato: «En la primera oportunidad que mi compañera comenzó con sus conversaciones obscenas, hice la petición. Aunque se la dirigí a María, por  desconfianza: “Madre mía, no es digno de ti coger una escoba, por eso te pido que mandes a Dña. Lucilia a que la coja y saque de aquí a mi compañera ¡a escobazos!”. Esta fue toda mi oración y recuerdo que sólo la hice dos veces. Cuál fue mi sorpresa cuando, al cabo de menos de quince días, le llegó a mi compañera, sin que ella lo hubiera pedido, una resolución de traslado con reubicación de cargo para otra sección. No sólo la sacaron de mi lado, sino del edificio y casi que de la ciudad… y estaba muy enojada por el traslado».

En un complemento registrado por Andrea, podemos ver la «firma» de Dña. Lucilia que, a semejanza del Sagrado Corazón de Jesús, desea el bien de todos, con miras a su salvación eterna: «La mayor prueba que tuve de que ésta era una circunstancia que venía de la Providencia de Dios, por intercesión de Dña. Lucilia, fue que, al final, el traslado benefició mucho a mi compañera en su vida familiar y terminó feliz de irse».

Concluye: «Éste fue tan sólo un favor que Dña. Lucilia me consiguió de Dios. Ahora, cada vez que hay alguien que necesita un favor de Mamita María o de Jesús, le digo: “¡Pídanselo a Dña. Lucilia!”. Para agradecerle su intercesión y los futuros favores que me consiga de Dios, puse una foto suya junto a la imagen del Sagrado Corazón de Jesús. Dios permita que por su intercesión sigamos obteniendo los favores que por nosotros mismos no logramos alcanzar».

(Extraído de Revista Heraldos del Evangelio, agosto 2023)

Deja un comentario